lunes, 12 de julio de 2010

Por una convivencia mejor

El Pez Alcaldesa no se hizo esperar, al sumar en su despacho cientos de cartas pidiendo una solución, decidió convocar una asamblea en el antiguo teatro escondido dentro de los jardines de nenúfares y lirios blancos, todos asistimos inquietos y curiosos, yo no sabía que ese día iba a ser el día más importante de mi vida, se subió al empedrado arenoso y dijo: “por el bien de la comunidad acuática, voy a proponerle a semejante marginada el Honor de ser el Pez Musa de la Ciudad y que, a cambio de concederle una cita a todos y todas las que quisieran, se le entregaría el Ancla de la Ciudad para siempre”.

Nos quedamos helados pero contentos, nerviosos y alborotados, dudando que nos iba a responder. Nadie comentó nada y todos los ojos estaban puestos en Ella, tan sabia y poderosa; tan tímida y descocada; tan auténtica e imposible, se levantó para darnos una respuesta, decidió aceptar el cargo pero con una condición, que si se enamoraba rompía la clausula y se marcharía a otra villa para siempre.

Villa Anémona acepto al unísono, mezcla de aplausos, gritos, silbidos, una atmósfera de euforia, alegría, inquietud e impaciencia se apoderó de todos los peces presentes, deseosos de que llegara ese gran día.

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