martes, 8 de marzo de 2011

Confesionario de gasa transparente

(Lluvia de testosterona)

Pez Tallarines-¿¡paraguas!?, ¿¡paraguas!?-
Pez Dionisia -no, para mi, no, gracias, ¡me encanta empaparme!-

Desde que en la Escuela se imparten las clases de "Hablar humano"... algo dentro de mi ha cambiado, me da la sensación de que existe un bombardeo constante de doble sentido, de perversión, tentaciones declaradas, que intento rechazar, pero las inhalo y me poseen provocándome un cortocircuito jadeante, cuando en realidad yo sólo quiero ser purificada, eso creo, y por más que busco, no la encuentro, ¿dónde estará la iglesia?, no sé ni si voy bien vestida para la ocasión o si me aceptarán, pero voy a intentarlo.

No en lo más hondo, había en mí interior, dos sentimientos contradictorios: por un lado, el deseo sobrecogedor de ser limpiada y por otro, el ansia de aferrarme a todos los placeres más sórdidos de consumo libidinoso hasta llegar a la extenuación. Buuufff, de verdad, no hay nada más adictivo, nada se asemeja, no hay sustitución alguna y cada vez quiero más.

Se manifiesta en forma de Codicia, o eso dicen, de manera invisible, escurridiza y difícil de identificar, pero a mi no, porque yo lo registro muy bien; Llevaba tanto tiempo acostándome contigo, aunque tú no lo sabias. Si supieras todo lo que hacemos juntos, agacharías la cabeza cuando me vieras en lugar de sonreírme, si me desnudaras mentalmente me censurarías, ojala me atreviera a susurrártelo. Necesitaba que alguien me dijera: "Tus pecados son perdonados", pero no encontré a nadie; Cada vez que te tengo cerca, tu cuerpo me habla, al principio intento silenciarte, pero llega a un punto que la lujuria hace eclosión y cobra un poder siniestro que me domina y se abre la caja del apetito carnal desmedido y estoy deseando abusar de ti, comprarte, forzarte, estrangularte hasta dejarte semi-inconsciente y hacer contigo todo lo que me apetezca, comprimirte dentro de mi, agarrarte sin las manos, estrujarte, consumirte hasta endemoniarte, ahogarte dulcemente y abandonarte.

¿Acaso Jesús mismo no comía con pecadoras y prostitutos?

Pecar, está de moda. Ya lo decía (Don) Juan, “quién este libre (de pecado), que tire la primera piedra, (a mi ventana, por favor).

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