Después de tal arrebato de sinceridad, sólo podía hacer una cosa lógica y eficaz, inmolarme, no iba borracha del todo, pero me apetecía rozar la perfección, sonreía rozando con las yemas el estado mental que tanto necesitaba, sólo estaba a un trago más y obtendría la puntación deseada, todos los jueces que me observaban con meticulosa precisión me darían un diez, el partido perfecto, salí, bebí y vencí. Iba a ser la heroína que derrotó a la adversidad bebiéndosela, pero no fue así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario