lunes, 8 de marzo de 2010

El Pez Luna no para de mirarme,

me inquieta y me perturba, cada día es distinta y me dice cosas que no logro entender, hoy me ha dicho que se alimenta de los demás, es muy muy rara mamá, si no aparezco por casa, ya sabes quien me mató. Crece cada día y eso no puede ser bueno, está siempre sola, entonces yo me acerco y hablo con ella, pero creo que en el fondo le gusta, ¿cómo es posible?, me da pena, me cae muy bien y los demás se ríen de ella, la llaman "lunática" y encima les sonríe, yo quiero defenderla, pero es que son muchos, creo que me gusta, pero es muy callada, nunca sé lo que quiere ni lo que piensa, tu siempre me dices que hay que decir lo que pensamos y sentimos, pero ella... yo creo que está enferma, tiene lo que me explicaste eso tan grave del corazón cerrado o quizás es que tiene un gran secreto, y está agobiada porque lo debió guardar en algún sitio y durmiendo se le debió mover y ahora no la deja respirar, ¿te acuerdas? cuando yo me encontraba muy mal y tu me curastes, me hicistes que apuntara en una hoja mi secreto y a los pocos días me sentí mejor, creo que se lo voy a decir, quizás la pueda ayudar y así ella podrá intentar disfrutar en lugar de observar, pero... como esté malita del corazón, ahí no tengo nada que hacer, ¿verdad?, es aquello que me contastes una vez, que algunos peces cuando se hacen daño en lugar de intentar sanar la herida y mimarla cada día, la envuelve con vendas creando capas y capas y que con el tiempo se endurecen y es bastante difícil luego quitar, me pone muy triste no poder hacer nada, sólo lo puede hacer ella misma, pero tiene que tener valor, porque cuando llegue al fondo la herida a veces sigue ahí y a nadie le gusta verse sangrar. ¿Qué hago?

Pez Capricho

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