domingo, 14 de marzo de 2010

Con 3 chasquidos de dedos

el Pez Ojazos apareció entre las montañas, en una basta laguna con una violenta cascada, allí se entremezclaban olores a humedad, sabores eucalípticos, sonidos diferentes, vapores agradables y contrastes de temperaturas, era una explosión sensitiva, y decidió sumergirse. Distraída, algo la salpicó, era el Pez Patillas, que estaba chapoteando alocadamente, decidió observarlo y se acercó tímidamente, él empezó a hablar de una manera muy acelerada, no casaba muy bien con la tranquilidad del lugar, pero, inexplicablemente, a medida que el agua lo acariciaba iba suavizando su tono de voz y dulcificando su rostro. De repente se presentaron los Peces Aceite, los cuales les invitaron a su casa, donde les proporcionaron una curiosa vestimenta, les miraron risueños pero accedieron a arroparse adecuadamente para alcanzar la armonía que les habían prometido y mediante unos tragos frutales y un cuidado tan apacible les descontracturaron las posturas dejándolos flotantes en una horizontal de bienestar.

El Pez Ojazos se levantó, habían desaparecido los tres sin más, se desenredó las ideas y decidió continuar su propósito. Cogió su mochila y empezó a caminar, de pronto, notó cercana una extraña presencia, era un Caballito de Mar, -¿Cómo te llamas?-, -Bulnes-, - y... ¿qué haces por aquí?-, - me has llamado tú y he venido a guiarte-, se quedó asombrada, pero no le respondió, el explorador la miró y de manera atrevida le dijo - ¿tienes prisa? o... ¿prefieres ir sobre seguro?-, ella no se pudo resistir a bromear, y le hizo sonreír, - no en serio, no es la primera vez que hago esto- entonces, se dejó llevar, no tenía apuro por llegar a su destino y le transmitió seguridad y se montó sobre él, y cogieron un camino, el cual jamás hubiera elegido y tras dudar un segundo, sí serían capaces o no de atravesar una enorme nube de medusas embarradas, Bulnes aceleró mientras ella cerró con fuerza sus ojos, entonces encontraron un pasadizo secreto que llevaba hasta un enorme desierto, vieron a dos nómadas sentados encima de unas piedras, parecían cansados, llevaban más de dos horas esperando pacientes la aparición de un mago, pero nunca sabrán la oportunidad que dejaron escapar, no estuvieron atentos y todo por tener una idea preconcebida, no lo vieron pasar por delante de sus narices. Siguieron galopando hasta las ruinas de un Castillo y él se adelantó para ver por dónde podrían acceder, se desprendió de sus cosas de más y escaló una pared, vio un agujero escondido y decidieron atravesarlo, llevaba hasta una torre, donde no había dragones morados, ni princesas encerradas, hacía frío pero al entrar les invadieron unas energías que actuaron de abrigos haciéndoles sentir una calidez incombustible y un no parar de continuar sus adrenalínicas pisadas.

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