martes, 24 de mayo de 2011

¿Qué os estáis tomando?

Pez Capricho- hablando de la intrusa, sí, tiene una energía especial que te hipnotiza y es la que me obliga a perseguirla pero a medida que me voy acercando a ella veo que  tiene como una capa de distanciamiento extraña, como si fuera una especie de caracola...
Pez Pirata- me he perdido, un momento,  ¿es un pez o de qué estamos hablando?
Pez Tiritas- aquí estáis pillines, sabía que vendríais, panda de cotillas, sé que como vosotros,  está Villa Anémona revolucionada últimamente y os voy a intentar ayudar para que os quedéis más tranquilos.
Hace un tiempo llegó una historia conmovedora que sucedió a pocas millas de aquí, una tortuga marina se encontró un pececito perdido entre unas algas, tenía algunas heridas internas y una externa y estoy convencido de que estamos hablando del mismo pez, porque tiene la marca de la luna que le rodea su ojo derecho. El fenómeno mágico ocurrió al irse asemejando a ella, ya que en el trascurso de los días, el pez fue desarrollando un caparazón, sé que parece imposible, pero pasa más a menudo de lo que pensamos.
Tiene un corazón que quiere ir al mar; corazón que gusta de esconderse en si mismo; corazón que oculta, y también protege; corazón que se muestra a contraluz, y es hermoso, porque esta tranquilo, soñando, despertando en el sol de una playa. Nuestra intrusa se llama Pez Lluna, ella cree que su corazón es de tortuga pequeña... pero crecerá, y será sabia, pero no hablamos de edad, porque estos reptiles viven muchos años. Crecerá porque irá desnudándose y ensanchando cada vez que ingiera el alimento que busca, y se irá ablandando su coraza y le de la luz a sus verdaderas escamas de colores y cuando a veces lo consigue, deslumbra a aquellos que tiene alrededor, que boquiabiertos se quedan admirando su deliciosa y tentadora belleza.
Las tortugas conocen muchos secretos, suyos y ajenos y los guardan... pero muchas veces nuestra extranjera no logra escucharse a si misma, se censura, se aloca, le atormenta leer sus propios mensajes, se asusta y los guarda en tarritos de cristal y los apila en su estantería, hasta que se ve con fuerzas y los abre, otras veces la tortuga de su corazón se lo susurra cuando duerme. (Médicamente os diré que sucede cuando el alma y el corazón se juntan, aunque sea un breve instante...eclosionan deseos en forma de sueños).

Pez Capricho -pero a veces es necesario no regalar lo mejor de nosotros a alguien que no sabemos si lo valorará o no, ¿para eso es el caparazón, no?, yo quiero uno...
Pez Pirata- ... pero creo, que si el corazón permanece mucho tiempo en ese caparazón se seca, las cosas que lo hacen crecer definitivamente están afuera.
Pez Tirita- creo que entendéis el caparazón como una coraza que encierra... yo más bien lo veo como una espada que defiende.
Pez Capricho- así que si tu corazón es como una tortuga tiene dos ventajas: defenderá con presteza lo que ama y vivirá por siglos.
Pez Tirita- yo sólo os he querido exponer, quién era el Pez Lluna, para que no la temáis, tiene buenas intenciones y lo siento, no os está buscando a vosotros, ha nadado mucho para conocerle y  el Pez Avioneta últimamente, nada  no es por casualidad, tienen tanto en común que no tengo muy claro si antes os estaba hablando de uno o del otro, menos mal que ellos cuando se miran, hablan el mismo idioma. Lo que si que tengo claro, es que hace tiempo que no me dan una lección de terapia tan efectiva como la que están haciendo estos dos seres curiosos, son alumnos y maestros sin-vergüenzas, a propósito les voy a preguntar si me dan este medicamento para nuestro botiquín.

1 comentario: