Tantas que me siento sobre una caja que ya no sé si es de zapatos o de libros, he aprendido a no pegar fotografías, prefiero paredes blancas y limpias, deshumanizadas de rostros, la impersonalidad es lo que no te hace añorar, me gusta recordar pero no tener nostalgia. Atornillo sólo lo justo y nunca muy hondo, no quiero dejar huellas, pero sí leer la del inquilino anterior. No llevo almohadas y no las heredo ni las pido prestadas, hay que acostumbrarse a sobrevivir con lo mínimo, para adaptarte mejor en tu nuevo hábitat y cada vez me deshago de más, pero el volumen aumenta y aumenta, es necesario el reciclar, deshacer maletas, bolsas, ¿para qué tanto si me marcharé por donde he venido?.
Lo bueno de las mudanzas es que no simplemente cambia tu "situación de vida", sino también cambias "tú"
ResponderEliminar